lunes, 4 de febrero de 2013

Protagonista de la semana: Corrupción a gran escala


Vivimos en un país de chorizos. Ésta es una realidad irrebatible. Sólo tienen que analizar ligeramente su entorno. ¿Quién no ha presumido de estafar a Hacienda? ¿Conoce a alguien que esté trabajando en negro y cobrando el paro? ¿Conoce a algún funcionario que se pase sus ocho horas delante del ordenador? Lo sé, lo sé, la respuesta pública siempre será NO. Entre corruptos tenemos que protegernos. Pero eso no es corrupción, es simplemente "picaresca" y automáticamente nos acordamos del Lazarillo de Tormes y sentimos que estamos haciendo honor a nuestra cultura. Pues sí, señores, estamos honrando a nuestra larga tradición de pícaros y tramposos.

  Un par de ejemplos de ésto son la idolatría que se le profesó a "el Dioni", un ratero atrevido, a Mario Conde, un estafador elegante que jodió a su banco, e incluso ¿quien no se ha puesto alguna vez en el lugar de Luis Roldán, escapando de la justicia? A Jesús Gil le fue muy bien, incluso tuvo un programa en televisión en el que aparecía metido en una piscina con modelos en bikini. Ruiz- Mateos fue una víctima del gobierno socialista, y una vez recuperado, volvió a recaer, dejando en la estacada a miles de inversores que creyeron en el personaje que una vez agredió al Ministro de Hacienda.

 Vivimos en una sociedad en la que, hasta hace pocos años, al que robaba no se le miraba mal de todo si no lo había hecho con violencia. Incluso se les daba abundante publicidad televisiva una vez pagadas sus penas. Y no pasaba nada. El problema es que ahora estamos todos a dos velas. Todos menos unos pocos. Y esos pocos, resulta que son los que tienen que dar ejemplo. Buen ejemplo. Y, desde luego, no es el caso.

  La publicación de los "papeles de Bárcenas" ha creado un escándalo mediático sin precedentes que ha sacudido el seno del PP. Pocos días antes el tema de Amy Martin avergonzaba a los responsables del PSOE. Y lo que no sabemos y ellos sí saben. La ciudadanía española no merece ésto. Y menos ahora. Nuestros responsables políticos se dedican a esperar al pié del árbol a que caigan, como fruta madura, los escándalos de corrupción de los partidos contrarios.Y se llenan las noticias con rumores sobre un pacto anticorrupción.

  La pregunta es simple. ¿Por qué no se plantean de una vez una LEY Anticorrupción? Que se dejen de pactos que cuando les apetece cumplen y cuando no les conviene rompen. Al corrupto, pena de cárcel si se demuestra culpable. Además, se le inhabilitaría para cualquier cargo público de por vida, incluso al que haya accedido por oposición. Desde luego, que se despida de todas las prebendas que le pueda ofrecer el cargo que hayan ejercido. Incluidos sueldos vitalicios. Los responsables del país han de dar el MÁXIMO ejemplo de transparencia y honradez, y no equipararse en penas a cualquier ciudadano de a pié a la hora de ser juzgados por una falta.

  Señores, he escuchado comparar muchas veces las condiciones de nuestro país con Francia, Alemania y los países nórdicos, pero, sinceramente creo que nuestra comparación más cercana está con Italia. Nos hemos reído de ellos innumerables veces, pero sus políticos, además de ir por la pasta, al menos disfrutan sexualmente. ¿Se imaginan ustedes a Zapatero o Rajoy, por poner un ejemplo, como protagonistas de una fiesta bunga bunga con veinte jóvenes? Yo sí. Se lo aseguro, serían HÉROES en España. Y envidiados.

  Mirémonos al ombligo, denunciemos al corrupto. Sólo así crearemos una base sólida para hacer crecer una nueva generación de políticos limpios y transparentes. El dicho popular de la manzana sana metida en un cesto de manzanas podridas es hoy más cierto que nunca.


 Lean este artículo de El Confidencial, de hace un par de años. Sinceramente, Sr. Presidente, aplíquese el cuento y dimita. Y si, a la vez se lleva a unos cuantos con usted, todos los ciudadanos se lo agradeceremos.

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