viernes, 7 de diciembre de 2012

Compra una tele y te mandamos...

Dentro de la serie "En el tintero" que recoge asuntos que sucedieron este año de los que no nos hicimos eco o que se merecen una segunda mirada, más profunda, me ha tocado una anécdota relacionada con Amazon. Parece que el jefe, tras mi post del año pasado sobre el Kindle que llegaba con retraso, ha supuesto que soy un experto en Amazon o algo así. Lejos de mi intención sacarle esa idea de la cabeza me pongo a ello con el interés y la dosis de sumisión laboral requeridas.

Pongámonos en situación. Entramos en la web de Amazon y queremos comprarnos un televisor. Uno que esté bien. LED, Full HD, 40", a buen precio y que lo entreguen rapidito. Decimos que si a todo, comprobamos el pedido en la web, nos envían el mail de confirmación y esperamos a que días después nos lo entreguen en casa.

Pasa el tiempo previsto. Llaman al timbre a la hora indicada, milagro que el transportista cumpla. Abres la puerta. Sonries. Firmas el envío y cuando abres el tan esperado paquete que contiene tu flamante televisor nuevo. ¡Oh sorpresa! Es un rifle de asalto. Más concretamente un Sig Sauer SIG716. ¿Con que cara te quedarías?


Este equívoco le sucedió a un ciudadano norteamericano, más concretamente de Washington DC, que al comprar un televisor a través de Amazon -a un vendedor externo- recibió en su domicilio el rifle de asalto en cuestión.



Que no digo yo que sea una mala compra. Dependiendo que televisión hayas pedido porque el rifle cuesta 2100 $ aprox. Lo malo es que no es lo que has lo que tú querías, por mucho que ahorres.

Por supuesto todo fue una confusión, el envío -de un distribuidor externo asociado al programa de vendedores de Amazon- estaba destinado a una tienda de armas de Pennsylvania y terminó en casa del cliente por error. Cuando llamó a UPS -la compañia que paradojicamente le sirvió en casa el paquete- le comunicaron que estaba prohíbido el envío de armas a través de su servicio. Así que llamó a la policia -las armas de fuego son ilegales en el estado de Washington- que se hizo cargo de la situación.

No me quiero imaginar que pasaría si un error de estas características tuviera lugar en España. La tentación de ajustar cuentas con el vecino que te cambia las lindes de la finca o que pone la música demasiado alta, pesaría bastante en el plato de la balanza. Ni lo piensen. Llamar a la policía es siempre la mejor opción, de un modo u otro acabarán por venir. Mejor que sólo se lleven el arma de vuelta a su legítimo dueño.




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