Siempre hay primos. De poco vale que nuestras madres nos aleccionen de pequeños diciéndonos que nadie regala nada. Todos queremos ser el listo que consigue un chollo que parece increíble, y que efectivamente lo es.
Imagina que te paras en una gasolinera de Arlington -nos vale Daimiel, Torrejón o Arteixo- y un tipo se acerca a ofrecerte unos iPads y unos portátiles que tiene en el maletero del coche. De hecho tiene el último iPad. Sí, el cinco que cuesta 800 pavos en las tiendas, por sólo 200.
A ver, el trato muy normal no es. Es para desconfiar. Será porque soy gallego pero si alguien me ofrece un iPad por 200 € en un gasolinera, yo desconfío. Y mucho.
Pero hay quien no. O se cree muy listo, supone que es mercancía robada y la compra. Sin importarle ser cómplice o parte de un delito. Pensando sólo en el beneficio propio. Como la señora de Arlington a la que le empaquetaron como iPad un simple espejo. Se lo merece. ¿De verdad pensaba que había un modo lícito de conseguir un dispositivo de última generación con un 75% de descuento al mes de su salida al mercado? Anda ya.
Que sí, que el tipo que va por las gasolineras es un caradura, un delincuente y un timador, que se merece que lo cojan, le hagan devolver el dinero y pasar una temporadita a la sombra. Pero todo timador necesita de un primo que se cree muy listo y se le queda cara de idiota.
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