jueves, 12 de julio de 2012

Si esto fuese Hollywood



En megarrobos somos unos chapuzas de tomo y lomo. No tenemos glamour. El guante blanco de los ladrones "de película" no soporta la humedad gallega. Con los ingredientes necesarios para un largometraje hollywoodiense aquí no hacemos ni un corto.

Si esto fuese Hollywood tendríamos chicas en mallas contorsionándose entre detectores láser, persecuciones en Mini por la callejuelas empedradas de Santiago, ladrones de traje y corbata, o antiguos James Bond convertidos en maestros del robo.

Si esto fuese Hollywood el sistema de seguridad sería impenetrable, con dispositivos de última tecnología, sensores de todo tipo y el protagonista un ladrón de ética intachable y sorprendentes habilidades.

Si un guionista de Hollywood leyese en los periódicos la noticia del Códice Calixtino hace una superproducción sin proponérselo.

Le pediremos al lector un ejercicio de imaginación, en mi caso licor café mediante:  

"Un libro único, un templo milenario, 
Una conspiración para ocultar un secreto inconfesable,
el robo de 900 años de historia en un thriller que te dejará sin aliento" 
(Los Angeles Today)




Kubytera Productions


presents a

 Vito Cabrone´s film




"Sacred Intrusion: The stolen story"




ACTO 1 

Catedral de Santiago. Hace 25 años 

Un joven y apuesto electricista autónomo es llamado por un alto cargo de la Catedral para que realice unos empalmes en la Sacristía. El muchacho, un hombre de fe, sobrecogido por el magno escenario, escucha atentamente las instrucciones del Deán como si le estuviese imponiendo una penitencia. El religioso abandona la sala para dejar al muchacho demostrar sus habilidades con tranquilidad. Es muy consciente de que a poca gente le gusta trabajar sintiendo el aliento de otra persona en la nuca. Antes de salir, le da instrucciones para que lo haga llamar en cuanto termine el trabajo.


Una vez rematada satisfactoriamente su labor y con los últimos rayos de sol reflejándose en las vidrieras, el electricista sale de la Sacristia, en busca de alguien que localice al Deán. Al no ver a nadie, decide satisfacer su curiosidad. No mucha gente tiene la oportunidad de adentrarse en los oscuros pasillos privados de la Catedral. Tras varios minutos deambulando, ve al fondo una puerta entreabierta por la que se filtra una luz que ilumina tenuemente el pasillo. Se acerca sigilosamente, no le gustaría verse sorprendido por la espalda, y asoma la cabeza por el quicio de la puerta. Sus facciones se desencajan, se queda paralizado. En el interior de la habitación presencia una imagen que no se borrará jamás de su mente. El Deán de la catedral está en el centro de la misma, ajeno a la presencia del técnico, hasta que un destornillador se desliza desde el bolsillo del muchacho, retumbando en su caída por toda la estancia. Las miradas del Deán y del joven se cruzan, el tiempo se detiene un instante. Sólo la voz del religioso lo saca de su trance:

 “A partir de ahora eres un Iniciado. Si quieres conocer todos los oscuros secretos de este templo, deberás permanecer a mi lado…”

FIN DEL ACTO 1.

ACTO 2 

Catedral de Santiago. Dependencias privadas del Deán. Hace 2 años 

Una mano golpea la puerta del Deán. Es la mano de un hombre enjuto, las arrugas en su rostro reflejan cada una de las embestidas que le ha dado la vida. Lleva 25 años trabajando como electricista de la Catedral. También lleva 25 años siendo un Iniciado. De hecho, ha obtenido el Rango de Gran Susurrador, que le da derecho a portar el Cimbel Dorado, concedido por el mismísimo Arzobispo en un secreto y estremecedor acto. Lejos queda el muchacho, ahora es un hombre maduro, con responsabilidad, importante. Ya solo se arrodilla ante los enchufes que cada vez con más pereza tiene que arreglar durante su vida pública. Dentro de la Catedral tiene poder, la relación con el Deán se ha hecho fuerte con el paso de los años, son amigos, más que amigos. Son hermanos de sangre, camaradas. Los máximos Guardianes del Secreto de la Orden. 

La puerta se abre y el Deán le invita a pasar.


- Bienaventurado seas, le dice el religioso. 


- Excelentísimo, estoy a su disposición. ¿Ha ordenado llamarme? 


- Si, debo comunicarte una decisión. 


- Usted dirá, Excelencia 


- Debo sustituirte. Tu ciclo con Nosotros ha terminado. El Círculo Guardián del Secreto tiene que recibir savia nueva. Veinticinco años son mucho tiempo para cualquiera. Careces del vigor de antaño. 


 - ¡No es justo! – replica indignado el electricista – Usted lleva mucho más tiempo en el cargo. 


 - Mi designación es divina, amigo mío. La tuya, así como tu destitución, solo a mí me competen. 


La desesperación hace mella en el rostro del Gran Susurrador. No puede creer lo que está escuchando. Se levanta de su asiento y suplica: 


- Por favor, hacemos un buen equipo. Lo he dado todo durante estos últimos años. Me he exprimido al máximo. No encontrará a nadie con la experiencia que atesoro. 


- En eso tienes razón -replica el Deán- pero la decisión está tomada. 


Con un gesto del sacerdote, un muchacho alto, rubio y con facciones aniñadas, sale de detrás de un panel de celosía situado al fondo del despacho. Parece encontrarse fuera de sitio. Se acerca al canónigo, y se postra ante él mostrando sumisión.


- Este es tu sustituto. Se llama Olaf, y suplirá su falta de experiencia para el puesto con las ganas y la ilusión propias de la juventud. Tus servicios en este templo han quedado sobradamente pagados - afirma con un gesto de suficiencia - Tienes la vida solucionada. El Patrimonio de la Catedral puede dar cuenta de ello. La gente empieza a hacer preguntas, y no tardarán en señalarme como máximo responsable. Te vas de aquí habiendo dado tanto como has recibido. Ve en paz, amigo mío. 


El hombre nota como la ira le enrojece el rostro y tras mucho tiempo entre esos muros grita por primera vez: 


- ¡Perro malnacido! ¡Te arrepentirás de esto! - Dice al tiempo que deposita el Cimbel Dorado ruidosamente sobre la mesa - ¡Te voy a joder la vida!


Y sin más palabras, abandona la estancia dejando en el aire el eco de un portazo. 


FIN DEL ACTO 2 




¿e-Vidente?


ACTO 3 

Santiago de Compostela. Suite Real del Hostal de los Reyes Católicos. 

El camarero llama a la puerta de la Suite, en sus manos una pesada bandeja que contiene casi dos kilos de Percebes do Roncudo. Le abre un hombre que expeditivamente le arrebata la comida de las manos y cierra la puerta de forma apresurada. 


La escena podría parecer una reunión de hombres de negocios sino fuese porque ante la mesa se sientan el Deán de la Catedral, y el juez estrella de los juzgados de Santiago. Ambos se conocen desde hace tiempo. Hay confianza entre ellos, pero la tensión en el ambiente se puede cortar con un cuchillo. El sacerdote introduce un enorme percebe en su boca, el jugo se escurre por la comisura de sus labios, manchándole la sotana. Mira al hombre sentado frente a él e inquiere:


- ¿Estás seguro de que no tiene ninguna escapatoria? 


- Completamente seguro. – responde el magistrado – Llevamos casi un año tejiendo esta historia. Es más tupida que un tapiz románico. Todo está atado y bien atado. Ni la policía ni los medios sospechan nada. 


- ¿Puedes contarme los detalles de la operación? – pregunta el Deán, con un asomo de angustia en su voz. 


- No necesitas saber nada más, el Gran Maestre lo ha dispuesto así. Tu única labor es mantener el Códice oculto hasta que vengan a buscarlo. 


- La prensa empieza a hacer preguntas, el tiempo se echa encima. Necesito sacar el libro de la catedral cuanto antes.


- No te preocupes, sólo serán unas horas. Mañana lo encontraremos en una de sus propiedades milagrosamente intacto. -  le responde de forma despreocupada - Ante dos testigos inocentes. Ya está todo dispuesto. Ese pobre hombre no sabe la que se le viene encima. 


- ¿Y si se le ocurre hablar? 


- Eso jamás ocurrirá. Vamos a detener a toda su familia como cómplices. Tendrá que elegir entre su silencio en la cárcel o ver a su familia imputada. Además le confiscaremos todo su “salario” de estos últimos años. Va a lamentar siempre esa amenaza. El secreto de la Orden esta seguro. 


- Tus palabras me producen un enorme alivio, hijo mío - asegura el Deán respirando profundamente - Tu esfuerzo no caerá en el olvido. 


El juez asiente con la cabeza y continua hablando dando las últimas instrucciones al Deán.


-  No te preocupes por él, si quiere ir a misa será en la capilla de la cárcel. Se acabó para el visitar la catedral en un tiempo. Recuerda escudarte en el secreto de sumario ante la prensa. Y ten más cuidado a partir de ahora - dice con una media sonrisa hacia Olaf que se mantiene en un discreto segundo plano.


Los dos hombres se levantan y se funden en un caluroso abrazo. Mientras el canónigo concentra de nuevo su atención en la rebosante bandeja, el juez abotonando su chaqueta abandona la habitación. 


- Debo poner en marcha la operación – dice antes de cerrar la puerta. 


Unos minutos después el magistrado, con rostro circunspecto, cruza la plaza del Obradoiro. Ese será el escenarios, días más tarde, donde el Gran Maestre en persona devolverá el Códice Calixtino a la Catedral en un acto solemne ante la prensa de todo el mundo. 


 FIN 





Pero esto es Galicia y en esta historia no hay ninguna chica que se contorsione, las persecuciones son más prosaicas y en vez de Sean Connery o Pierce Brosnan el protagonista es un electricista profesianal dedicado al cepillaje lucrativo.


Esto es Galicia. El sistema de seguridad de la caja fuerte es un manojo de llaves que puedes duplicar en cualquier esquina, los sensores son poco sensibles y según la prensa, la única ética del ladrón es la venganza por un despido injusto.


Esto es Galicia. Aquí no se sabe ni cuanto, ni cuando se ha robado. Los sacerdotes de la catedral no son buenos guardianes de nada, ni de secretos, ni del dinero del cepillo, ni de obras de arte de incalculable valor.


Pero esto es Galicia y gracias a Dios tenemos Licor Café y con eso ya no se necesitan guionistas.


Doy fe. In animus iocandi, por supuesto.

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4 comentarios:

  1. Que pena. Lo facil es meterse con la Iglesia que ha sido la víctima de un robo escandaloso. En este pais siempre pasa lo mismo. Sois unos enbidiosos.

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  2. Cierto, envidia es la palabra...mientras estamos con el agua al cuello, ellos tienen una cantidad de riquezas inadmisible para un grupo cuyo objetivo debería ser cuidar al prójimo y ayudarle...y envidia que todos paguemos más que ellos...si, envidia es la palabra

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  3. Ni todos los deanes son unos ladronea ni todos los electricistas cobran sin iva. Todos se han llevao lo suyo

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  4. Secundo "envidia" y reseño "pena"
    Pena ante la hipocresía de una institución que predica lo que no profesa, que esconde sus escándalos en lugar de perseguirlos, atacarlos y solucionarlos.
    Pena por una institución que defrauda evadiendo impuestos.
    Pena por una institución cuya parte activa de sus miembros comete abusos sexuales contra menores.
    Y todo ello disfrazado de la armonía que les genera el no pecar.
    Han sido sus actos y su historia los que han hecho que la gente se replantee, cada vez más, sus "verdades"

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