viernes, 6 de julio de 2012

La leyenda robada

Juan Gómez-Jurado 


A principios del mes pasado recibí este correo en mi bandeja de entrada. Al principio me resultó tan increíble que no pude creer que esta historia fuese cierta. Y si no, juzgad vosotros...

Mi nombre es Tony, y soy lector empedernido desde que tengo uso de razón. Vivo en Cardedeu, una población a unos 30 kilómetros de Barcelona. 

El 25 de mayo me encontraba por motivos laborales en la capital catalana, junto a mi perrito Max, un precioso American Stafford de tan sólo tres meses. A mediodía tenía un par de horas libres, y decidí acercarme al famoso parque de Montjuic para buscar un sitio donde mi cachorro pudiera campar a sus anchas, sin ser molestado por coches o transeúntes. No soy usuario habitual de ese espacio público, y de hecho, creo que la última vez que fui allí no tendría más de diez años. 

Finalmente, encontré un buen sitio: las explanadas de tierra que se utilizaban como aparcamiento en el Palau Sant Jordi, que en ese momento se hallaban vacías y sin nadie a la vista. Allí aparqué, y dejé que mi perro explorara el terreno. En un momento dado, se metió en la maleza que rodea los aparcamientos, y fui detrás suyo. Nada más entrar, vi algo tirado entre las hierbas. Al principio pensé que era una caja de zapatos, pero enseguida me di cuenta de que era un libro abandonado. Cuando me acerqué a recogerlo, lo primero que sentí fue una mezcla de tristeza e indignación. Para alguien que ama los libros, es poco menos que un pecado ver un libro tirado de esa manera. 

La cubierta estaba en muy mal estado, pero las páginas interiores se veían bastante bien. El autor era un tal Juan Gómez-'Juraco' (fue mi primera impresión al leer el nombre, ya que el deterioro de la tapa había provocado que se borrara parte de la letra 'd' de 'Jurado', transformándola en una 'c') , el título era 'La leyenda del ladrón', y en el lateral reconocí el logotipo de Planeta. No conocía la novela, ni tenía referencia alguna sobre la persona que la había escrito. Supuse que sería un libro con bastantes años, y cuando abrí el ejemplar, de lo primero que me percaté fue que la primera página estaba arrancada, por lo tanto no podía saber el número de edición ni el año en que se publicó la primera de ellas. Pero la siguiente página que quedaba a la vista hablaba de una aplicación de 'realidad aumentada' para smartphones que utilizaba códigos QR para acceder a contenidos adicionales. Así pues, no podía ser tan antiguo como había creído en un principio. 

Ese dato hizo que me picara la curiosidad, y me llevé el libro, sin muchas esperanzas de que me gustara. Si alguien lo había dejado allí tirado, expuesto a los elementos, no debía de ser precisamente una obra maestra. 

Craso error. De vuelta a la explanada, y mientras Max correteaba y jugaba con piedras y ramas, me leí allí mismo el prólogo... Sevilla, siglo XVI. Un comisario de abastos con un fuerte sentido del deber. La peste. Un muchacho moribundo aferrado al cadáver de su madre. Su rescate y posterior traslado a un orfanato. Se desvela un cameo de lujo. La cosa no pinta nada mal. Definitivamente, el libro merecía una oportunidad. 

Durante los siguientes tres días casi no dormí. Fui testigo de las aventuras y desventuras de Sancho. Me enganché a la historia, sin saber nada de la sinopsis, pues el libro no tenía sobrecubierta donde pudiera leer un resumen del mismo. Personajes maravillosamente definidos, un hilo argumental que me mantuvo constantemente en vilo ('venga, un capítulo más y ahora sí que me duermo'), y un exhaustivo e increíble trabajo de documentación, enriquecido por los datos que me aportaba la aplicación que descargué en el Market de Android para mi teléfono. En definitiva, una experiencia maravillosa que finalizó el 28 de mayo, cuando llegué a la página 659 . 

Estaba encantado, y no dudé en dejárselo a un vecino, ávido lector como yo, para que lo disfrutara. Me lo devolvió una semana después, entre efusivos elogios. 

Dos semanas después (el 10 de junio) me encontraba plantado frente a mi ordenador, atendiendo los mails y las redes sociales. Todavía tenía 'La leyenda del ladrón' en la cabeza, y me decidí a abrir Google para buscar críticas sobre el libro, bibliografía del autor (estaba decidido a comprar sus anteriores obras), etc, etc... Leí un artículo en la Vanguardia donde se mencionaba que Juan Gómez-Jurado era un escritor muy activo en las redes sociales, y entonces recordé haber visto una cuenta de Twitter en la sección de agradecimientos de la novela. Accedí directamente a la dirección, y mi sorpresa fue monumental. 

En su bio indicaba que 'La leyenda del ladrón' había salido a la venta el 1 de junio. Las fechas no me cuadraban, pues yo había encontrado el libro el 25 de mayo, y por su estado, debería llevar unos cuantos días abandonado a su suerte en el parque de Montjuic. Así pues, yo había acabado de leer el libro ¡cuatro días antes de su publicación! No podía creérmelo, y escribí a Juan para confirmar que el libro salió el 1 de junio de 2012, y no el año anterior. Muy amablemente, me confirmó que había encontrado un ejemplar que todavía no estaba a la venta en ese momento. Y no, no sabía de dónde había salido, probablemente de alguien de la propia editorial. 

Lo que en un principio era una simple anécdota (encontrar un libro abandonado) se ha convertido en todo un enigma. ¿Cómo fue a parar ese ejemplar allí? Las casualidades son demasiadas como para sospechar de una posible campaña de marketing. Es altamente improbable que alguien localizara el libro en ese sitio, que lo hiciera antes de su publicación (podría perfectamente seguir allí si yo no me hubiera adentrado en la maleza para buscar a mi cachorro) y que finalmente averiguara que el libro fue abandonado como mínimo quince días antes de salir al mercado. Probablemente no lo sabremos nunca, y eso que Juan se ha ofrecido a ayudarme. Seguramente alguien lo sacó de la imprenta o de la editorial, y es tan sencillo como eso, pero ¿tirado en medio de unos hierbajos? No sé qué pensar. 

Así mismo, todavía no sé qué me impulsó a visitar Montjuic, con la de sitios que hay en Barcelona para pasear a un cachorro. Repito, no soy de la capital, vivo bastante alejado de Barcelona. Y con lo grande que es Montjuic, elijo precisamente el sitio donde hay abandonado un libro que todavía no ha visto la luz. Soy una persona bastante pragmática; no creo en el destino y esas cosas, pero tantas coincidencias hacen que ya me cueste diferenciar entre casualidad y causalidad. Puede parecer una tontería, pero tengo la sensación de que yo no encontré el libro, sino que el libro me encontró a mí. 

Sea lo que fuere, tuve suerte. Al margen de las circunstancias, me encontré una grandísima novela digna de ser leída, y la he disfrutado en toda su inmensidad. Este pobre y deteriorado libro ha pasado a ocupar el lugar más destacado de mi colección particular. 


Gracias, Juan. 


Sin embargo, con el paso del tiempo nos pusimos a recabar información, y desde la editorial me confirmaron que la historia era real. Un libro se había perdido y había hallado, él solo, a alguien merecedor de la historia que encerraban sus páginas.

Con paciencia y muchas llamadas de teléfono pudimos detectar de qué ejemplar se trataba. El libro había sido robado de la mesa de Matías Néspolo, redactor de El Mundo en Barcelona, y el ladrón lo había arrojado -con la cubierta de la dedicatoria arrancada- a unas malezas en el parque días antes de que saliese a la venta. Con ello y sin saberlo le hizo un inmenso favor a Tony Postigo, un conocido DJ catalán, que es el lector empedernido que tuvo la suerte de toparse con él. Y también a mi, que tuve la suerte de conocerle a través del correo electrónico, leer su historia y poder contárosla hoy a vosotros.

¡De leyenda!

Escrito por

9 comentarios:

  1. Ya hay que ser cabrón para robar un libro para tirarlo.

    Lo bueno es que fue una oportunidad para otro lector de descubrir a Gómez-Jurado.

    ResponderEliminar
  2. En fin... más marketing de Juan Gómez Jurado así como el autobombo que se da en twitter de vez en cuando desde la cuenta de Espeonza Aguirre. Si es que no sabéis sumar dos más dos, que os lo digo yo.

    ResponderEliminar
  3. Jose Augusto Roche6 de julio de 2012, 20:32

    Aunque sea autobombo la historia es bonita y emocionante (y yo diria que creible) o no?

    ResponderEliminar
  4. Lo del autobombo muy bueno... Aunque se llama Marketing en términos modernos, parece ser.

    Lo de que Juan sea Espeonza todavía me ha hecho más gracia. Conste que tengo pistas que apuntan que ese no es uno de sus alteregos en la red. Aunque seguro que alguno tiene. No sé si para darse autobombo o para estresarse más de lo que se estresa con su propias cuentas en redes sociales.

    Dicen las malas lenguas que tiene negros que contestan por él, pero no he podido confirmar ese rumor.

    La historia a mi personalmente me gusto. Pero sobre gustos...

    ResponderEliminar
  5. Hola, soy Paco Chumoski, de Bcn, amigo de Tony Postigo. Simplemente comentar que, ANTES de dar con la historia del libro abandonado gracias a la colaboración del propio autor, recibí la llamada del conocido Dj para comentarme lo acontecido. El libro AÚN no estaba a la venta.

    La historia, tal cual se relata, y por increíble que parezca, ES CIERTA.

    Esto que leeis NO ES AUTOBOMBO. Creedme. NI MÁRKETING. En los tiempos que corren encuentro normal que así se perciba. Lógico. Pero os prometo que NO ES ASÍ.

    Un saludo a Juán (la compraré en bolsillo, si no te sabe mal, que está la cosa achuchá) y otro a Tony.

    ResponderEliminar
  6. Gracias a todos por los comentarios.

    Y muy especialmente a Paco Chumoski por corroborarnos la historia, que de tan legendaria podía parecer un cuento a algunos descreidos malpensantes.

    Siempre es bueno que un libro encuentre a su lector, aunque no sea lo más habitual.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Hola todos (también a los escépticos):

    Soy Tony Postigo, el protagonista involuntario de esta historia. Me dirijo especialmente a los que sabeis sumar dos más dos ;)

    En primer lugar, quiero recalcar que no soy un personaje inventado por Juan. Una rápida busqueda por Google (y los miles de resultados que aparecen cuando tecleais mi nombre) os lo confirmarán. Entre ellos aparecen mis cuentas de Facebook, Twitter, Myspace, Soundcloud, web personal, etc etc... Teneis tropecientas formas de contactar conmigo si hay alguna duda al respecto.

    Y para despejar más dudas... Yo no gano nada acudiendo a Juan, ni tampoco Juan obtiene beneficio alguno usando mi nombre para crear una historia ficticia. Por dos sencillas razones:

    1.- A la novela no le hace falta este 'marketing extra'. Por lo que veo, ya funciona de maravilla sin este tipo de promociones.

    2.- Yo no conseguiré vender más discos, o trabajar en más discotecas, porque se haya publicado esta historia, ni tampoco Juan necesita 'utilizarme' para darse AUTOBOMBO (me remito al punto 1).

    Sumad dos más dos, aunque al igual que dice Paco Chumoski (y Juan al principio de esta entrada) comprendo que haya cierto escepticismo.

    Pero la historia es real. Juan Gómez-Jurado ha tenido el detalle de compartirla con vosotros. Y yo que me siento muy orgulloso de ello. He vivido muchas experiencias bonitas en mi vida, pero esto que os he contado para mí ha sido algo MAGICO.

    Que lo creais o no, ya es vuestro problema ;)

    Saludos!

    ResponderEliminar
  8. Gracias Tony por tu comentario.

    Esperemos que Juan te haya firmado, o te firme cuando pueda, un libro tan especial.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Gracias a ti, Kubyt, por publicar esta pequeña historia.

    Mi ejemplar está guardado a buen recaudo, a la espera de que Juan se acerque por Barcelona. No estará completo hasta que no lo tenga firmado :)

    Saludos!

    ResponderEliminar