martes, 15 de septiembre de 2020

Huella digital I : De indios y vaqueros




Siempre me han gustado las viejas películas del Oeste. Son hijas de su tiempo, como muchos otros recuerdos de infancia. Para mí, evocan muy buenos ratos en tardes de invierno con toda la familia. Eran bastante estereotípicas, es cierto, pero tenían personajes deliciosos. Mi favorito era el indio rastreador. Su imagen arrodillado, escudriñando signos invisibles para los no iniciados. Una rama rota, una hoja de un arbusto perenne desprendida, un aroma traído por el viento, una marca inapreciable en la arena del desierto. Les enseñaban desde niños estas técnicas ancestrales para prepararlos para la caza. Primero, de ciervos. Luego, de incautos vaqueros que no sabían por donde les venían. De aquellas huellas que seguían los indígenas vienen otras, más actuales, pero que dejamos de manera tan inadvertida como lo hacían los pistoleros. Las huellas digitales.

            La huella digital (no confundir con huella dactilar) de una persona se define como el rastro que dejamos al navegar e interactuar en Internet. Cualquier acción que realizamos desde nuestros ordenadores o dispositivos móviles, genera unos datos que van conformando nuestra identidad digital. Cada día que pasa, nuestra huella digital va creciendo de un modo que difícilmente podemos cuantificar.

            Hagan ustedes un experimento. Busquen entrecomillado su nombre en Google. Pueden sorprenderse con cosas que no recordaban ni que existían. Otro experimento. Vayan a Google Maps y en el menú pulsen sobre “Tu cronología”. Elijan una fecha. Si está activado al historial, podrán ver la ruta completa que realizaron ese día concreto. Cuantos kilómetros a pie, cuantos en coche, donde pararon a comer e incluso acompañando a modo de documental gráfico, las fotografías que sacaron en esos lugares. O si compraron churros en un puesto callejero.

            Esta es una manera muy visual de hacernos una idea de lo que es la huella digital. Desde myaccount.google.com podemos activar o desactivar todo éste seguimiento. También tenemos un tutorial que nos ayuda en el ajuste de nuestra configuración de privacidad. Es bastante transparente si sabemos dónde hacerlo.
 
            Lamentablemente, hay otros tipos de datos sobre los que no tenemos tanto control. Bien sea por desconocimiento o por dejadez, parece que no valoramos nuestra privacidad digital tanto como la física. Espero que estas líneas ayuden algo en lo que respecta a la falta de conocimiento. Yo haría dos categorías básicas, los accesos a internet desde ordenadores y los accesos desde dispositivos móviles. Hoy hablaremos de la navegación desde nuestros equipos de sobremesa o portátiles.

            Desde un ordenador, casi siempre interactuamos con internet mediante un navegador. ¿Les ha pasado que compran, por ejemplo, un ordenador portátil por internet y durante una temporada sólo ve anuncios de ordenadores portátiles? ¿O que hacen una búsqueda de posibles destinos para las vacaciones y luego no dejan de recibir correos de agencias de viajes? Bien, aquí entran en juego dos elementos claves:

En primer lugar: las cookies. Las cookies son unos pequeños archivos de texto que almacenan en nuestros equipos los sitios web. Con ellas, mejoran la experiencia del usuario, priorizan temas de interés en base a visitas anteriores, y agilizan gestiones previas en páginas de tipo comercio electrónico. Que los artículos agregados a un carro de la compra virtual estén allí cuando vuelve a visitar la página una semana después, es gracias a estas cookies.

En segundo lugar: el muy popular en la actualidad Big Data. ¿Qué es? Es una especie de estudio de mercado. Un megaestudio de mercado. Supongan que varias compañías adquieren las cookies de millones de usuarios a lo largo de un año. Cookies y otros datos que podemos generar mientras navegamos por internet. Edad, sexo, lugar geográfico donde vivimos... Ya tienen un conjunto enorme de retratos digitales de personas para que entren sus indios rastreadores. Estos rastreadores hacen muy bien su trabajo. Crean perfiles. Hacen campañas de marketing especializadas para cada usuario.

No me importa si hacen campañas publicitarias más ajustadas para los intereses de cada persona, dirán ustedes con buen criterio. El problema es cuando los que se hacen con esos datos tienen menos escrúpulos que John Wayne bebiendo whisky en un vaso. Y la  única higiene conocida de ese vaso es la del trapo que cuelga del delantal del barman del saloon. Y aquí llega el problema. Crear perfiles por tendencias políticas. Religiosas. Sexuales. ¿A que ya no suena tan inócuo?  Muchos organismos en el mundo están utilizando el Big Data con fines poco edificantes. Es cierto que la legislación Europea sobre protección de datos de 2016 pone cierto freno a los abusos que se permitían con los datos recopilados de los usuarios. Pero no es suficiente.

Como usuarios, debemos ser conscientes de que nuestra privacidad digital es un derecho tan fundamental como el que poseemos de manera física. Por ello debemos tomar ciertas precauciones. Conocer nuestro programa de navegación. Todos tienen unas opciones de privacidad en el menú en el que podemos configurar como queremos que se comporten con respecto a rastreadores. Suelen tener también varios modelos predefinidos para los no iniciados. Un modo estándar, o un modo estricto que protege más, aunque puede producir errores en algunas páginas. Con respecto al almacenamiento de cookies, podemos ordenar que se eliminen cada vez que cerremos el navegador.

Además de esto, todas las páginas web alojadas en la UE, tienen que advertir cuando entramos de su política de tratamiento de datos.  El famoso anuncio de las cookies en el que todos pulsamos la opción de aceptar por defecto. Bien, todos esos anuncios nos dan la opción de personalizar nuestras preferencias y guardarlas para futuras visitas. Decidir qué puede hacer el propietario de la web con los datos que recopila. Si puede almacenarlos indefinidamente. Si los puede ceder a terceros. Si puede almacenar nuestra ubicación geográfica. Hay que dedicarle un poco de tiempo, pero nuestra privacidad lo vale.

En el próximo artículo les hablaré sobre la huella digital creada por nuestros dispositivos móviles. Verán que su administración es algo más extensa y compleja. Pero dedicándole algo de tiempo, y un poquito de esfuerzo, estaremos mejor preparados que los vaqueros de hace más de un siglo. Evolución lo llaman. 
 
Publicado en el Dominical de El Correo Gallego
Cualquier duda o aportación: zonatic@kubytera.com
 

Photo Indio by plax on Foter.com / CC BY-NC-ND

Foto "Huellas" por J. Trallero 


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