La compra absurda: Calientapenes

Pues este es el artículo con el que inauguramos la sección "La compra absurda". Queremos aclarar que bajo ningún concepto tenemos ninguna animadversión contra los compradores de estos artículos. Simplemente, reflejaremos los más curiosos o insólitos que lleguen a nuestra redacción. Si alguien ha comprado alguno de estos artículos, puede ofrecerse en nuestros comentarios a hacer una review completa. Estaremos encantados de ayudarle.

Pero vamos al meollo. Parece ser que los calientapenes tienen su origen en las montañas de lo que hoy es Croacia. Su antigüedad es desconocida, ya que no se conservan muchas muestras de estas prendas para poder realizar una datación. Eso es lo que sostiene una costurera de la zona, Radmila Kus, que ha ganado cierta fama internacional por la confección de estas prendas a medida para sus clientes.

Se nos ocurre hacer aquí una brainstorming para una campaña de marketing que haga ver a los incrédulos las bondades de este producto. Unos ejemplos:

- ¡Mantén a salvo a los tuyos con el protegecapullos!
- Se acabaron los súbitos encogimientos debidos al frío invernal.
- Nunca más volverás a pensar que estás demasiado gordo porque no te la ves.
-¿Quién no ha sufrido alguna vez el temido efecto acordeón debido a las bajas temperaturas?
- Nunca más. Es el fin de una época.
- “Ande yo caliente y riase la gente”

Evidentemente, estos calientapenes han de tener un folleto de advertencias:

- No se recomienda su uso sin la supervisión de un adulto.
- Lavable a máquina. Retire todos los objetos de su interior previamente al lavado.
- El frotado continuo de este artículo puede producir descargas por estática.
- La empresa no se hace responsable de embarazos no deseados por usos no adecuados.

Por supuesto, no tardarían en salir fascículos de "Hazte tu propio calientapenes". Con la primera entrega, una aguja y un huevo de madera para medidas. ¡Solo las primeras 100 unidades!

En fin, voy a encargar un par de ellos para pasar el invierno. Talla XXL, por supuesto. Ya se sabe...el punto encoge.

Escrito por J. Trallero