(por Juán Gomez-Jurado)
Ayer por la tarde, cuando comentépor Twitter que acababa de recibir mi Kindle 4 nuevecito, hubo una
avalancha de peticiones de análisis. 140 caracteres no dan para mucho, así que
pedí a mis amigos de Kubyt que me prestasen su blog para poder hablaros largo y
tendido de mis impresiones sobre la cuarta iteración del que se ha convertido
en mi mejor amigo.
Yo no era muy fan de los e-readers. El
primero que tuve fue uno de los primeros Sony Reader, un artilugio lento,
pesado e incómodo. Te daba tiempo a tomarte un café mientras cargaba un libro
largo, y los refrescos de página duraban un eterno segundo. A los que somos
lectores ágiles, ese tiempo de espera nos resulta insufrible. Era tan
desesperante que llegué a desarrollar el hábito de apretar el botón de pasar
página tres líneas antes de que mis ojos llegasen al final. Aquello te sacaba
de la historia en la que estabas inmerso. Un horror.
Luego llegó mi primer Kindle, que fue el
modelo 2. Aunque era un modelo mejorable, el Sony Reader era tan malo que hacía al
Kindle 2 infinítamente mejor por comparación. Los de Amazon me engancharon a su
lector, así que no dudé en comprar un Kindle 3, ahora llamado Kindle Keyboard 3G, junto a la imprescindible funda con luz incorporada. Durante el último año he leído en él decenas de
libros. Ahora que llega su hermano más joven –y de que seguramente pronto se
venderá directamente en el mercado español-, ha llegado el momento de hablaros
de mi experiencia con los mejores aparatos existentes en el mercado.
Para empezar, os diré por qué tengo un
Kindle y un iPad. Ambos me acompañan a todas partes, en una práctica bolsa que llevo cruzada, y donde me caben las gafas de sol, las
llaves, bolígrafos y cuadernos de notas. Con una discreta puedes ir igual a un
evento cultural que a comprar el pan. ¿Y por qué los dos gadgets? El iPad es
fantástico para leer el correo y contestarlo, revisar tu RSS, ver películas o
jugar a Angry Birds.
Lo que no es el iPad, ni lo será nunca,
es un buen e-reader.
Leer un libro en tablet es posible. Con
un programa como iBooks es divertido, pero es desaconsejable por varios
motivos. Se te cansa la vista, hay muchísimas distracciones y es muy difícil
tener la sensación de estar leyendo un libro de verdad. Las animaciones de paso
de página consiguen el efecto contrario al que pretenden, al menos en mi caso.
Con un dispositivo como Kindle es
diferente. Su pantalla no emite luz, sino que necesita de la luz ambiente para que puedas leer, igual que un libro en papel. No te
permite hacer muchas cosas –aparte de navegar por la tienda de Amazon para comprar un libro, tomar notas o compartir frases del libro en Twitter-, lo cual es
un punto negativo en otros dispositivos, pero no en un lector. La lectura es un acto que requiere inmersión y
atención plenas, y las notificaciones del infernal Whatsapp, a cuyo inventor le
deseo esto, sobran.
Luego está la cuestión del precio. Si
eres un lector ocasional –menos de diez libros al año-, el gasto de adquirir un
Kindle puede resultarte excesivo. Pero si amas la lectura, si cada vez que
tienes que hacer cola en el super te pones a leer la parte de atrás de las
cajas de los cereales, sigue leyendo. Aquí analizamos por qué es una compra
obligatoria, y nos ponemos algo más técnicos.
Empezamos por el peso y el aspecto. Mi
primera impresión al ver el Kindle en las manos fue que era muy bonito –lo es,
tiene un aspecto más acabado y pulido que el anterior modelo- pero que no tenía
por dónde agarrarlo. Acostumbrado a su hermano mayor, que ya lleva un año
recorriendo el mundo en la funda, lo que tenía en la mano era la mínima
expresión de un dispositivo electrónico. Es mucho más ligero –sólo 170 gramos, cuarenta
más que un iPhone-, tanto que llega a transmitir sensación de fragilidad. Los
remates de las esquinas son muy buenos, así que parece que aguantará muy bien
las caídas, aunque no me he animado a hacer la prueba aún. El tacto es suave, y
a pesar de ser de plástico no transmite esa “plasticosidad” que los que hemos
sufrido aparatos de baja calidad conocemos tan bien. Además el pequeño tamaño (166 mm x 114 mm x 8.7 mm), inferior al de una
novela de bolsillo y cinco veces más fino, hace que te quepa en cualquier
parte.
La pantalla es muy buena, sobresaliente.
En este punto Amazon no ha conseguido superar al que para mí sigue siendo el
e-reader del mercado, el Kindle Keyboard. Aunque teóricamente la tecnología
empleada es la misma (600x800 de resolución, 167 ppp, 16 niveles de grises), el
contraste del Kindle 4 es ligeramente inferior al del anterior modelo. La diferencia
es casi inapreciable, y tendrías que haber pasado mucho tiempo con el modelo
anterior para darte cuenta. La causa de
ello puede ser el color del frontal, que pasa del negro mate del modelo 3 al
plata oscuro del 4. Para ayudar a dirigir la vista, los de Seattle le han
añadido un biselado negro que ayuda a enmarcar la visión, aunque yo hubiera preferido
que el negro mate se mantuviese. No se puede tener todo.
El dispositivo viene con un WiFi muy
rápido, se carga muy deprisa –en mi Mac se cargó a tope la primera vez en menos
de una hora, aunque vaciando por completo la batería debería llevar en torno a
tres-, y los menús son sencillos. Se agradece la inclusión de varios idiomas
–entre ellos el español, con su diccionario incorporado-, un movimiento que
confirma la voluntad de Amazon de convertirse en el dominador global del libro
electrónico en los próximos meses. El refresco de página y la generación del
libro es más que instantáneo. Aquí Amazon vuelve a sacar matrícula de honor.
Y terminamos con la memoria. El otro día
leí algún comentario en Twitter poniendo a parir al Kindle 4 por que tenía sólo
la mitad de memoria que el 3, y que sólo admitía 1400 libros. Tras la carcajada
sarcástica provocada por la duda de que el interfecto –cuyo comentario tenía
faltas de ortografía- se leyese en su vida una décima parte de lo que cabe en un
Kindle 4, una reflexión más reposada me indicó que el usuario medio no sabe
usar bien un lector electrónico.

Llevar muchos libros en el Kindle es un
error. Puedes administrarlos por colecciones -algo para lo que también te
ayudará Calibre, un programa gratuito e
imprescindible-, pero a no ser que te mudes al Polo Norte lo más sensato es que
lleves sólo una pequeña cantidad de ellos en el interior. Una lista de treinta
o cuarenta títulos es lo ideal, algo que puedas recordar y que puedas ver de un
vistazo rápido. Sería el equivalente a la pila de lectura que muchos tenemos en
casa. El almacenamiento indiscriminado hará que te cueste más seleccionar qué
leer. Es más práctico guardar tus libros en el ordenador e ir pasándolos al
Kindle cuando vayas leyendo los que tienes en el lector. Al fin y al cabo
consumir una novela de trescientas páginas te llevará unas seis horas. Treinta
novelas serían ciento ochenta horas de lectura, en el mejor de los casos. Con
ir actualizando el lector manualmente una vez al mes es más que suficiente. De
esa manera disfrutarás más de él.
Precio en España, pidiéndolo en Amazon,
gastos de envío incluídos: 115 euros.
Actualización Diciembre: Precio en España a través de Amazon.es 99€. Gastos de envío aparte según modalidad escogida.
Juán Gomez-Jurado (Madrid 1977) periodista y escritor. Autor de grandes éxitos de la novela actual como Espía de Dios o el Emblema del Traidor. Su última novela, de título aún no conocido, ambientada en la Sevilla del siglo XVI saldrá a la venta en Junio de 2012.