Hace unos días, en México, el director general de Netflix, Reed Hastings declaraba que la televisión tradicional tenía sus días contados y le daba como fecha de caducidad el lejano año 2030.
Ni que decir tiene que estoy totalmente de acuerdo con el Sr Hastings en algunos aspectos: la llegada de las conexiones de alta velocidad a los móviles ha cambiado radicalmente la forma de consumir contenidos y a las cadenas de televisión más les vale adaptarse. Pero en lo que no estoy de acuerdo es en el plazo de dieciseis años que él da, para que deje de existir la televisión tradicional.
Ni de coña. Todavía no sé que modelo de televisión se consumirá. Pero no hay más que ver como ha cambiado el panorama de consumo en los últimos cinco años. La televisión más barata que puedas comprar te permite conectarle un usb y reproducir tus contenidos -o conectarle un stick usb de la marca que prefieras que la convierte en "casi smart"-. Las smartTvs -que dejando de lado el 3D, los 4K- permiten consumir contenido desde el pc, la tablet, el teléfono o a través de internet. Cadenas de tv que crean sus propias apps para consumir contenidos ya emitidos bajo demanda. Canales que nacen a través de la red y alcanzan repercusión desde plataformas de contenidos como youtube y otros... Amazon y Netflix sirviendo sus propias series en streaming de forma novedosa. El antes mencionado crecimiento del consumo de contenidos desde dispositivos móviles.
Con este ritmo los ingresos por publicidad en los que se sustentan las cadenas privadas se irán derivando a otro tipo de canales. Es mucho mejor un anuncio de 12 segundos al principio del nuevo video de -por ejemplo- Ariana Grande, que acumulará millones de visitas en breve lapso de tiempo, que un publireportaje de dos minutos antes de las campanadas de fin de año -¿que cadena escojo para publicitarme?-. Con este panorama el único tipo de cadena de televisión que tendrá cabida en un futuro próximo, será la cadena pública.
Suponer que todavía faltan dieciseis años para que esto suceda es ser un pelín conservador, pero peor están los que creen que las previsiones del señor Hastings son optimistas. Esos acabarán pidiendo subvenciones porque no supieron ser previsores y culparán a los piratas... de Malasia aunque la culpa será de los payasos de la tele.
